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Andes. Cordilleras Tropicales. Alpinismo. Glaciología. Climatología. Entrevista a Bernard Francou. Parte II

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Cerro Caquella (5857 m), en el Departamento de Potosí. Andes de Bolivia.
Foto archivo Bernard Francou


Bernard Francou, alpinista y climatólogo
Entrevistado por Sevi Bohórquez
Fotografía de Bernard Francou, Antonio Rodríguez, Tente Lagunilla y Andes Info


Viene de Parte I


Pregunta (P) Ciertas propuestas científicas generan escepticismo en nuestra sociedad de intereses contrapuestos. El llamado negacionismo antropogénico rechaza la relación causa-efecto (calentamiento global-pérdida de masa glaciar) sugerida por la comunidad científica que lo afirma. Todavía se cuestiona que la rápida pérdida de masa glaciar en la Tierra sea atribuible al efecto invernadero o que sea indicador fiable del calentamiento global de nuestro último siglo. A finales del siglo XX sólo se había medido el balance de masa5 en 250, el 0,15%, de todos los glaciares de nuestro planeta. Aunque este porcentaje medido parezca escaso, sus resultados en el ámbito glaciólogo indican una pérdida de masa glaciar generalizada. Las conclusiones de los trabajos del conjunto de disciplinas que estudian el cambio climático, ¿permiten confirmar que la principal causa del actual calentamiento global es la degradación ambiental, o el exceso de emisión de gases de efecto invernadero, que produce la actividad humana?

Respuesta (R) Las evidencias de que el recalentamiento actual —desde 1860, y más particularmente desde el fin de los años 1970— es asociado a las actividades humanas, y particularmente a las emisiones de CO2, CH4, N2O, etc. en la atmósfera, son tan claras que los que niegan esta evidencia pertenecen a dos categorías: 1) los que tienen ninguna cultura científica, ejemplo el actual presidente de los EEUU; 2) los que están pagados para tratar de demostrar lo contrario. Una ilustración de esta categoría: he encontrado, en un sitio climato-escéptico, un artículo mío que demostraba la estrecha relación entre la temperatura del mar del centro del Pacífico tropical (zona que denominamos Niño4) y el balance de masa de los glaciares del Ecuador con un desfase de tres meses. Pero los que citaban mi estudio decían que esto demostraba que el retroceso de los glaciares andinos tropicales sólo tenía causas regionales, y no globales; el recalentamiento al nivel del planeta. Una total desinformación, ¡hablamos hoy día de fake news!

Ascenso al Antizana (5704 m), en la Provincia de Napo. Andes de Ecuador.
Foto archivo Bernard Francou


P Si mi compilación de datos es correcta, el volumen glaciar del Chacaltaya boliviano disminuyó un 80% desde 1963 y otro 58% hasta 1983. En estos veinte años el volumen se redujo de 5,5 millones a 2,3 millones de metros cúbicos. Desde 1983 a 2003, cuando la temperatura media terráquea aumentó 0,5 grados centígrados, la pérdida del volumen llegó al 98%, quedó en 119.000 metros cúbicos. El deshielo más notable se había producido entre 1997 y 1998 con el fenómeno de El Niño, que elevó algo más de tres grados la temperatura. Según la NOAA, «el clima global durante 1997 se vio afectado por uno de los episodios cálidos del Pacífico más fuertes registrados». Desde 1991 a 2003 nevó poco sobre el Chacaltaya y el calor impedía la congelación de la nieve. El equipo científico que usted dirigía en esta montaña calculó la desaparición del glaciar en 2015. ¿Qué ocurrió para que el glaciar del Chacaltaya se extinguiera cinco años antes de lo previsto?

R Es exacto, lo demostramos para los glaciares andinos tropicales: no es directamente la elevación de temperatura del aire la que hace derretir el hielo a esta altura (más de 5000 m), es más la cantidad de energía recibida por la superficie que aumenta. La temperatura influye sobre la fase sólida/líquida de la precipitación. Cuando sube la temperatura, un manto de nieve permanente no se puede formar a baja altura (menos de 5400 m) sobre el glaciar durante el verano (temporada de precipitación); en consecuencia la radiación de onda corta —la principal fuente de energía a esta altura—, se refleja menos sobre la superficie y una parte importante de esta energía está absorbida por el hielo y sirve para alimentar la fusión.

Se habla de un efecto sobre el albedo, que es la capacidad de un cuerpo de reflejar la energía que proviene del Sol hacia la atmósfera. La nieve fresca refleja hasta 90% de esta energía entrante, el hielo sucio refleja menos 30%, lo que quiere decir que absorbe 70%.
Efecto sobre el albedo (imagen de arriba) en el antiguo frente común de los glaciares del Tullparaju (derecha) y del Chinchey. Cordillera Blanca. Foto Sevi Bohórquez, 1999.

Cuando se produce un fenómeno El Niño ocurre lo mismo: el calentamiento del océano aumenta la temperatura de la columna atmosférica sobre un espesor de varios kilómetros sobre los Andes, lo que puede provocar precipitaciones líquidas hasta los 5400 m. El glaciar de Chacaltaya ha sido particularmente sensible a esta evolución, ya que culminaba a 5400 m solamente y no tenía una zona de acumulación permanente, la cual se ubica en la Cordillera Real a más de 5300 m. Otro fenómeno se produce también cuando un glaciar se reduce de tamaño: la parte del calor que viene de los bordes rocosos aumenta (sobre todo por infrarrojo), y esta fuente de energía acelera su desaparición. ¡No habíamos tomado en cuenta esta aceleración!

Prospecciones y ascenso en el Antizana. Andes ecuatorianos. Foto Bernard Francou


P Además del peligro potencial por el creciente caudal de la laguna recién formada en la punta de la lengua glaciar situada encima de la Artesoncocha, ¿qué conviene destacar de las recientes investigaciones paleoclimatólogas o de otras prospecciones en el glaciar oriental del Artensonraju de la Cordillera Blanca peruana?

R Es evidente que cuando un glaciar retrocede, la probabilidad de que se formen lagunas nuevas y peligrosas es muy fuerte. Llega un tiempo en que una importante masa de hielo domina directamente la laguna y cualquier desprendimiento masivo puede provocar una ola gigante seguida por un desborde catastrófico. Este tipo de catástrofe ocurrió muchas veces, provocando víctimas y daños considerables en la historia. Uno se produjo cuando el glaciar del Artesonraju dominaba la laguna del mismo nombre, pero la laguna Parón, más abajo, resistió.

P¿Tiene asignado ya un nombre o un número esa nueva laguna originada bajo el frente glaciar oriental del Artesonraju?

R No sé si tiene nombre, pero probablemente tiene un número, como todas las lagunas inventariadas por el Instituto Nacional de Investigación en Glaciares y Ecosistema de Montaña (INAIGEN) de Huaraz. Es un trabajo que se hace en Huaraz desde los años de 1960 en la Corporación Peruana del Santa.

Laguna reciente (óvalo rojo) en la lengua glaciar de la vertiente S del Artesonraju (6025 m) de la Cordillera Blanca. Departamento de Ancash. Andes de Perú.
Foto Tente Lagunilla, desde el Nevado Pisco, en julio de 2018


P¿Están suficientemente desarrollados los estudios glaciológicos en Perú?

R La creación reciente del INAIGEN por mi amigo Benjamin Morales Arnao puede dar un impulso importante a esos estudios en Perú, ya que hasta ahora este programa de glaciares y lagunas «sufría» por inestabilidad institucional. Además, había mucha ingeniería, pero poca investigación, solo mi amigo Alcides Ames hacía este tipo de investigación. Es importante también que esta nueva institución mantenga los lazos estrechos que tiene con otras instituciones extranjeras.

P¿En cuántos glaciares peruanos convendría instalar sistemas de medición para prever fenómenos destructivos?

R Con métodos basados sobre el sensor remoto —análisis de fotografías aéreas y satelitales—, existe la oportunidad de vigilar todas las lagunas de una cordillera. Cuando se presenta una situación arriesgada, se puede instalar un monitoreo localmente y eventualmente un sistema de alerta para caso de desborde. El Perú tiene capacidad técnica para hacerlo, es el único país andino que la tiene. Pero aun con un monitoreo permanente no se puede evitar situaciones extremas, del tipo del seísmo de mayo de 1970, que podrían provocar otras catástrofes. Hay que evitar construir en zonas sensibles, como Yungay por ejemplo.

P La extinción de los glaciares peruanos, publicó el diario La República, está prevista para 2111. Si esta predicción fuera correcta, ¿qué anomalías de origen antropogénico podrían acelerar esas desapariciones?

R¡No sé de donde vienen esas cifras! Este tipo de pronóstico, hay que hacerlo con cuidado. Para esto, se puede utilizar el respaldo de modelos, pero esos modelos necesitan muchos datos tal como perfil de lecho rocoso, espesor del hielo, velocidad del hielo, balance de masa, balance de energía, etc. que pocos glaciares de la zona tienen. Además, hay que conocer la evolución futura del clima. Se puede escoger varios escenarios económicos y calcular las emisiones de gas de efecto invernadero correspondientes al nivel global, y ver cómo reaccionará el clima al nivel regional y local. Es un trabajo que empezamos a hacer en los Alpes, donde tenemos glaciares monitoreados desde hace más de 50 años.

¡Seamos prudentes antes de avanzar fechas de desaparición! Pero es un hecho que todos los glaciares de la zona están en estado de desequilibrio con el clima actual, por consecuencia tienen que disminuir de tamaño para adaptarse. Es un hecho previsible: lo que queda de glaciares en las cordilleras andinas del trópico podría desaparecer casi totalmente antes este fin de siglo. Desde hace 60 años, los glaciares de la zona han perdido en promedio más o menos 50% de su volumen, muchos han desaparicido. Y esto con una temperatura atmosférica que aumentó un poco más de 1°C desde 1950 en los Andes.

El óvalo rojo señala el antiguo frente glaciar, en junio de 1988, es el mismo lugar ocupado ahora por la reciente laguna de la vertiente S del Artesonraju.
Foto Sevi Bohórquez, desde el Huandoy Este


P Parece lógico pensar que la falta del agua que ahora proporcionan los glaciares tropicales produciría graves daños ambientales y sociales. Sin ánimo de enumerar aquí los efectos globales ni todas las consecuencias por la extinción del último glaciar peruano, ¿podría usted resumir un panorama o escenario imaginable del departamento de Ancash por semejante desglaciación?

R El agua es un problema sensible en los Andes centrales (Perú y Bolivia particularmente), ya que los glaciares regulan el caudal de los ríos. Los glaciares en retroceso dan más agua de lo que reciben por las precipitaciones. La variación del aporte de agua cuando un glaciar tiende a desaparecer tiene que ser analizada cuencas por cuencas. Cuando hay muchos glaciares y el retroceso es importante, los caudales aumentan al nivel de esas cuencas, pero ¿hasta cuándo va a ser el caso? Cuando los glaciares son residuales, como es el caso del Yanamarey, por ejemplo, se puede considerar que los aportes de agua dependen sobre todo de las precipitaciones y de la dinámica de los acuíferos de la cuenca; suelos, zonas húmedas. El caso es complejo, todo es cuestión de investigación, varios equipos nacionales e internacionales trabajan sobre este tema en Ancash, Cusco, Puno y Cordillera Central. Y también en Bolivia en el Altiplano norte. El aporte de los glaciares para una ciudad como La Paz-El Alto, es más o menos del 15% anual, pero puede subir a casi 30% en la temporada seca; trabajo de mi colega Álvaro Soruco en La Paz. Sin ese 30% de agua conviene construir represas para remplazar el almacenamiento de los glaciares.

En el volcán Carihuairazo (5116 m), cantón de Riobamba, Andes del Ecuador.
Foto Bernard Francou


P¿Se podría enlentecer o parar el retroceso de algunos de esos glaciares si los países más contaminantes redujeran desde este mismo año sus emisiones de gases hasta niveles aceptables?

R En Europa, entre el escenario «bajas emisiones» (+2°C previstos al nivel global este fin de siglo) o el escenario «altas emisiones» (+4°C o +5°C), no hay diferencias importantes de impacto sobre los glaciares hasta 2040/2050. Pero después de esta fecha, los glaciares, los que quedaran, disminuirían menos con el primer escenario; pero mucho más con el segundo. Recordemos que el segundo escenario corresponde a la extensión del nivel actual de las emisiones de hasta el fin del siglo. Lo que quiere decir que conservamos glaciares en los Alpes en el primer caso, y perdemos casi todos los glaciares el segundo caso. Hay que hacer este tipo de trabajo para los Andes. Pero existe una otra fuente de incertidumbre: ¡no sabemos exactamente lo que va ocurrir con las precipitaciones! Los modelos de clima no son muy claros al respecto. Según algunos modelos, podrían aumentar cerca del ecuador (Ecuador, Colombia), pero disminuir en dirección del trópico: altiplanos peruano y boliviano.

La laguna de Parón, con desagüe regulado por un túnel de dos kilómetros, recibe agua de los glaciares del Artesonraju, de la Pirámide de Garcilaso (izquierda) y del Chacraraju (derecha) entre otros nevados. Foto Sevi Bohórquez, 1998


P Con las previsiones actuales sobre la extinción de cada glaciar, ¿qué países andinos tropicales empiezan a adoptar medidas adecuadas a las consecuencias de futuras migraciones internas por carencia de agua?

R¡Salimos de mi campo de competencia con esta pregunta! Observamos desde décadas y décadas una concentración de la población peruana en el desierto costeño, ¡que es la parte del Perú que tiene menos agua! Esto demuestra que el manejo del agua proveniente de los Andes ha sido suficiente para alimentar este crecimiento demográfico de la costa, lo mismo si hay evidencias crecientes de escasez en varios sectores. Pero esto no garantiza que el aporte de agua será siempre suficiente si la fuente cordillerana disminuye. Es inevitable que el costo del agua aumente en el futuro en las metrópolis andinas y costeñas.

P Los gobiernos de las zonas con abundante reserva hídrica, ¿tienen ya planes de contingencia para asumir migraciones masivas?

R Las migraciones desde hace un siglo en los Andes han sido sobre todo desde zonas rurales hacia zonas urbanas. Más de 80% de la población es urbana en Bolivia. Muchas zonas urbanas podrían tener escasez de agua en el futuro, como Lima, Trujillo, Piura, Arequipa, La Paz, Cochabamba, Sucre, Cusco, Tacna, etc. Antes de imaginar migraciones internacionales, tal vez habría que planificar mejor el crecimiento de esas metrópolis, cuyo abastecimiento de agua en el futuro podría costar cada vez más dinero. Habrá que arbitrar también los posibles conflictos de uso del agua: potable de las ciudades, minería, riego, generación hidroeléctrica, caudales ecológicos, etc. Como es probable que el agua se encarezca, el buen manejo del agua es la meta que va a imponerse en las próximas décadas.

Véase Parte I

Agradecimientos
Antonio (Toño) Rodríguez Verdugo, Tente Lagunilla

Nota
5«El balance de masa refiere a la cantidad de hielo o de nieve ganada o perdida durante un periodo temporal, generalmente un año.» Klein, A. [Universidad de Texas A&M]. Los glaciares cambiantes de la tierra. AAJ 2000.


Condiciones glaciares de la cara SE del Artesonraju (6025 m) en 1988 (izquierda) y en 1995. Departamento de Ancash. Andes peruanos. Foto Sevi Bohórquez

En terreno cubierto por el glaciar del Huascarán en 1982, a mayor altura que el Mont Blanc (4810 m), crecían las plantas veinte años después. Andes de Perú.
Foto Sevi Bohórquez, 2008



Andes. Perú. Cordilleras Centrales. Huarochirí. Tucumachay. Tunshu Central. Ascensiones de Ricart y Rosagro

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Pablo Rosagro, a unos 5350 m, en la pendiente cimera de la cara SO del Tukumachay (Tucumachay) de la Cordillera de Huarochirí o de Pariacacca. Foto Sergi Ricart, 8 de mayo de 2019. Pulse en la imagen para aumentarla.


Sergi Ricart (guía UIAGM) y Pablo Rosagro (guía UIMLA) escalaron desde la quebrada Pacosniyoc el «Cerro Tucumachay» (5357 m) y el nevado Tunshu Central (5565 m), de la cordillera Huarochirí o de Pariacacca, en los Andes Centrales del Perú, el pasado mayo de 2019, por dos posibles vías nuevas.

Dos nuevas vías en la Cordillera Pariacacca
Texto y fotos de Sergi Ricart

Fuimos por la carretera central del Perú hasta Pasacallo. Nos desviamos hacia Canchayllo y unas tres horas después instalamos nuestro campo base (CB) a unos 4480 m en la laguna Tembladera.

El día 9 de mayo ascendimos al Nevado Tukumachay, también llamado Tatatunsu* y Runshu en la información que encontramos.

La altura de los mapas del Instituto Geográfico Nacional (IGN) peruano le otorgan 5357 m.

Este día olvidamos señalar en el GPS un waypoint de la cumbre. Nuestros altímetros marcaron 5333 m.

Creemos que nuestra vía es la cuarta en esta cima, después de estar ascendidas las tres aristas principales: O, S, y ESE. Véase Montañas Peruanas.

*Los topónimos con letra de color verde, en la porción cartográfica de arriba, son los publicados en 1969 por la expedición de la Akademischen Sektion München del Club Alpino Alemán.



Nuestra nueva vía directa de la cara SO, bautizada como «Open Arms», tiene 600 m de longitud, 300 m de desnivel desde la base del glaciar, con una dificultad global de AD-, con pendientes máximas de 55°. El nombre hace honor al barco de salvamento de la organización «Proactiva Open Arms», dedicado a salvar las vidas de los migrantes que intentan alcanzar Europa cruzando el Mediterráneo y que muy a menudo mueren en el mar. Descendimos en 12-13 horas destrepando la misma ruta.


En el Tunshu Central

Nuestra segunda vía fue en la cima Central del Nevado Tunshu, el 18 de mayo. Los datos de altura que recogimos en la bibliografía resultaron incoherentes (5565 m) con las mediciones (5679 m) en nuestro GPS. Medimos con precisión de 4 m, obtuvimos 5645 m según el altímetro. Las aplicaciones Google Earth y Fatmap otorgan alturas cercanas a los 5600 m a esa cima. La altura de 5565 m se corresponde más con la obtenida por G. Fonck y B. Pinto, en junio del 2014, que midieron 5520 m para la cima sur; claramente más baja.



Nuestra ruta surca un estético corredor de la cara SO, a la derecha de la vía «Chinita», abierta por los peruanos Beto Pinto y Rolando Morales en octubre de 2011; aunque creo que ellos, erróneamente, la reseñan como cara SE cuando en realidad es SSO.

Probablemente esta ascensión sea la cuarta a la cima, después de las dos ascensiones de los alemanes en 1967 y la peruana de 2011.

Escalamos cuatro largos y medio hasta alcanzar la arista SE, más otros cuatro y medio hasta la cima Central. Esta vía, «Nómadas del Kangia», tiene 500 m de longitud, unos 400 m de desnivel, dificultad global de MD+, con tramos de hasta 90° y un paso de A1. Descendimos destrepando en ensamble por la arista, y con rápeles por la cara SO. En ascender y descender tardamos 24 horas en total.

Consultamos la siguiente bibliografía, física y virtual, con búsqueda general de información en la web sobre la Cordillera Pariaccacca y las cimas ascendidas en concreto:

AAJ
Japanese Alpine News
Desnivel.com
Andesinfo.blogspot.com
Airepuro.com
Summitpost.org
Camptocamp.org


Nevados Tunshu (izquierda) y Tucumachay o Tatatunsu de la Cordillera de Huarochirí o de Pariacacca, desde la cumbre del Tatajaico. Foto Consuelo Amorós, 3 de julio de 2019. Pulse en la imagen para aumentarla.

De izquierda a derecha. Rosagro en la zona de grietas del glaciar SO del Tucumachay, a unos 5200 m, y a unos 5350 m, en la pendiente cimera. Fotos Sergi Ricart, 8 de mayo de 2019. Pulse en la imagen para aumentarla.

Aproximaciones de Ricart y Rosagro, por la quebrada Pacosniyoc, al Tucumachay (izquierda) y al Tunshu. Imágenes Sergi Ricart. Pulse en la imagen para aumentarla.

Cara SO del Tunshu Central. Rosagro en el primer largo (55 m, 90°/A1), superada la rimaya, de la vía «Nómadas del Kangia» (izquierda), en el segundo largo (85°), en el cuarto (90°), antes de alcanzar la arista SE y en la cumbre. Imágenes Sergi Ricart, 18 de mayo de 2019. Pulse en la imagen para aumentarla.

Himalaya. Flying over the Himalaya. Nuevo libro de Tamotsu Nakamura

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Volando sobre el Himalaya

El nuevo libro, Flying over the Himalaya, de Tamotsu (Tom) Nakamura ilustrado con croquis cartográficos y fotografías aéreas permite identificar cientos de cimas en diez partes:

Karakorum
Tibet occidental
Himalaya nepalí
Sikkim septentrional
Frontera Tibet-Bután
Cuenca del Yarlung Tsangpo
Nyainqentanglha occidental
Himalaya oriental
Nyainqentanglha oriental
Kangri Garpo y Gorge Country
Tierras Altas de Sichuán occidental

Impreso en Japón, mayo 2019
ISBN 9784779513602
Texto: inglés con apéndice en japonés
Tapa: dura con cubierta
Medidas: 30,4 cm ancho x 21,8 cm alto x 2,02 cm grueso
Peso: 1,429 kg
Páginas: 234



Texto de la solapa

Tamotsu Nakamura

Con el advenimiento de los SIG, las imágenes de satélite y otras aplicaciones cartográficas avanzadas, parece que el mundo se está volviendo cada vez más pequeño. Pero Tamotsu Nakamura, informador alpinista desde hace mucho tiempo, a pesar de que comenzó sus exploraciones después de que la Edad de Oro del Montañismo terminara, difiere.

“Algunos se convencen de que las montañas veladas en las cordilleras más grandes son una experiencia del pasado”, dice Nakamura. “Pero el Tíbet tiene una topografía increíblemente vasta y compleja que contiene innumerables cumbres sin escalar y atrae la búsqueda de toda la vida. Los picos allí son impresionantes y magníficos, y muchos de ellos seguirán siendo enigmas por generaciones”.

Tamotsu Nakamura nació en Tokio, Japón, en 1934. Promovió una expedición a los Andes de Perú y Bolivia con tres primeras ascensiones. Después de vivir y trabajar en todo el mundo, Pakistán, México, Nueva Zelanda y Hong Kong, empezó a dedicar seriamente su vida a las montañas del este del Tíbet y del oeste de China. Durante 29 años realizó 40 expediciones a estas zonas para explorar, investigar, documentar, cartografiar y fotografiar las áreas fronterizas más lejanas y menos conocidas.

Véase además East of the Himalaya, Mountain Peak Maps: Alps of Tibet and Beyond

Andes. Perú. Cordilleras Centrales. Cordillera Huarochirí o Pariaccaca. Nevado Suiricocha y Nahuin. Parte I

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El Nevado Pariacacca sobre la laguna Tembladera. La Cordillera de Huarochirí o de Pariacacca es nombrada frecuentemente Cordillera Central, aunque sea en realidad una de las cinco que componen las cordilleras centrales del Perú. Foto Consuelo Amorós, 12 de julio de 2019. Pulse en la imagen para aumentarla.



Enigmas de la Cordillera de Huarochirí o de Pariacacca

Hace meses decidí aceptar el reto de indagar sobre la enmarañada historia andinista de la Cordillera Huarochirí,1 propuesto por Evelio Echevarría: «identificar los picachos mismos, para resolver la confusión existente de nombres, alturas e historial de ascensiones.»2

Era lógico imaginar que aclarar semejantes confusiones no sólo requería un ímprobo análisis de los contenidos, difundidos y divulgados, sino localizar documentación no publicada.

Falto de tiempo centré mi indagación en las ascensiones a las cimas del macizo glaciar que se extiende, hacia el norte, desde la laguna nombrada Suiricocha en la hoja Matucana3 del Instituto Geográfico Nacional (IGN) del Perú.

Obtuve pronto un ejemplo sencillo de distintos topónimos y cotas atribuidos a un mismo relieve, el Nevado Norma de dicha hoja tiene 5508 m y coincide con el «Juanita»4 de 5400 m del croquis Cordillera Central, «Yarumario - Gruppe»,5 publicado por la expedición de la Sección Académica de Múnich del Club Alpino Alemán (DAV) en 1967.

También observé que, por semejante disparidad de toponimia y cotas, las cimas denominadas genéricamente «Nevado Suiricocha»6 se llegaban a confundir con otras de macizos cercanos o recibían nombres inadmisibles (NPUGI)7 para las autoridades geográficas.

Si alguien visitara la Cordillera de Huarochirí o de Pariacacca con documentación pertinente podría comprobar que, aunque el IGN peruano se ajuste a sus criterios para atribuir un topónimo y la categoría «Nevado» a un relieve terrestre cubierto de masa glaciar compuesto por una o varias elevaciones, los ámbitos serrano y andinista pueden referir a cada cima con un nombre ausente o bien distinto en la cartografía oficial.8

El Nevado Suiricocha en las hojas 24-k y 24-l, levantadas en 1971 por el Instituto Geográfico Militar del Perú. Pulse en la imagen para aumentarla.


Quien viaje desde Río Blanco al macizo montañoso que aquí nos ocupa, y alcance por ejemplo la cima del Nevado Paccha, quizá vea las nuevas lagunas formadas por el retroceso del frente glaciar arriba y al norte de Suiricocha. Como otras lagunas recientes, no figuran en «las hojas de Matucana (24-k) y Huarochirí (25-k), a escala 1:100,000 de la Carta Nacional, levantadas por el Instituto Geográfico Militar en 1971 por el método estereofotogramétrico a base de fotografías aéreas tomadas en 1962.»9 Tal vez la tardía publicación de ambas hojas fuera causa de que la mayoría de sus cimas representadas, «sin comprobación de campo», registraran distinto nombre tanto en la cartografía extraoficial como en las crónicas andinistas pioneras y, por consiguiente, que algunas expediciones creyeran ser las primeras en alcanzar cimas anteriormente alcanzadas.

Continuará en Parte II

Notas
1 Llamada por lo común Cordillera Central en el ámbito andinista limeño.
2 ECHEVARRIA, Evelio. Cordillera Huarochirí. Alpine Journal 2001 pp. 83-88 y Pyrenaica nº 202, 2001, pp. 268-271.
3 Hoja 24-k Matucana, E 1:100.000 del IGN del Perú.
4 El topónimo Juanita fue utilizado antes, en 1965, por la expedición alemana dirigida por Alfred Koch.
5 El croquis cartográfico Yarumario – Gruppe abarca gran parte de la Cordillera de Huarochirí.
6 La cartografía peruana sitúa el Nevado Suiricocha (sin cota especificada) en la latitud 11° 56' 20" S y la longitud 76° 3' 7" W. Las curvas de nivel de este macizo glaciar indican seis elevaciones prominentes de sur a norte. Su cumbre o cima principal se percibe al noreste de la laguna Suiri que le da el nombre oficial. Aparte de que «cocha» signifique `laguna´, en la voz quechua, es aventurado afirmar que el nombre propio «Suiri» provenga del castellano «suero». Consideremos que en la hoja 24-k encontramos el topónimo «shiuro», o que en Huailas y Huaraz «suiri» podría ser corrupción de «shuyru» que es la fruta del cactus «wankay».
7NPUGI = name proposed; unacceptable to a geographical institution.
8 Como avisa Evelio Echevarría, en sus escritos sobre los Andes y sus nombres, «a menudo existen dos o tres nombres locales para un mismo relieve.» Cabe añadir que a veces un mismo nombre se atribuye a varios lugares de una misma zona.
9Boletín del Instituto Geológico, Minero y Metalúrgico del Perú, nº 36, 1983.

Comunicaciones personales (c.p.) y agradecimientos
Agradecemos la colaboración de Johanna Koch, Lisbeth Schmidt y Hermann Huber, de Antonio (Toño) Rodríguez Verdugo, de Consuelo Amorós, de Evelio Echevarría, de José Ángel Navarro Cortés (Janc), de Jorge Yamamoto, de Hugo Sifuentes, de Alberto Hung, de Koky Castañeda, de Josep Paytubi, Carles Capellas y el equipo humano del Servey General d'Informació de Muntanya de Sabadell.

Andes. Perú. Cordilleras Centrales. Cordillera Huarochirí o Pariaccaca. Nevado Suiricocha y Nahuin. Parte II

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Cimas del macizo del Suiricocha desde la vertiente oriental. 1 Nahuín Noroeste, 3 Nevado Nahuín (oculta la cima 2), 4 Suiricocha Noroeste, 5 Suiricocha Central y 6 Suiricocha Sur son nombres extraoficiales. A la derecha el «Juanita», denominado Nevado Norma en la carta oficial. Foto Consuelo Amorós, 7 de julio de 2019. Pulse en la imagen para aumentarla.



Coincidencia de cimas del Nahuin con las del Suiricocha
Sevi Bohórquez

Viene de Parte I

Cuando analicé la documentación seleccionada10 inferí que la cima enumerada recientemente Suiricocha I podría ser la misma denominada Nahuin Noroeste, por la Expedición Andina de la Sección Aibling del Club Alpino Alemán (DAV) en 1966. Para corroborar la certeza de mi deducción pedí a Herman Huber (antiguo director de Salewa) que hablara con las viudas de sus amigos Helmut Schmidt y Alfred Koch, componentes de esta expedición bávara a la cordillera de Huarochirí.

Gracias a Johanna Koch y a Lisbeth Schmidt obtuve los documentos manuscritos y mecanografiados que aclararon mis dudas. Johanna me confirmó, en una preciosa carta, que su marido (Alfred), Peter Gessner y Michl Steinbeis alcanzaron, desde la vertiente oeste, aquella cima Noroeste del Nahuin o Ñahuin (5580 m)11 el 15 de junio de 1966. Ella y dicho trío ascendieron hasta la cumbre del Nevado Nahuin (5650 m), ese mismo día. Esta cima principal, cuyo nombre dijeron a Koch que significaba en quechua `ojo de agua´, coincide con la más alta de las seis que abarca el Nevado Suiricocha en la hoja cartográfica oficial. Quizá fuera la segunda ascensión femenina a esta cumbre. La primera se atribuye a Myrtle L. Emslie, porque la cumbre del Nevado Tatajaico (18.058 pies, ca. 5505 m) que alcanzó con la expedición escocesa de 1958 parece coincidir con la principal del Nahuin.12


Porción de la hoja Matucana 24-k del ING del Perú, con los nombres y alturas de las expediciones alemanas de 1965 y 1966 en color rojo. Pulse en la imagen para aumentarla.



Aquel ascenso germano de 1966 al «Nevado Nahuin Noroeste» era el segundo. Olaff Hartmann había alcanzado esta cima meses antes, el 25 de septiembre de 1965, lo comunicó personalmente a Evelio Echevarría; aunque sin especificar por donde ascendió.13


El Nevado Tatajaico alcanzado por la expedición escocesa de 1958 tal vez coincida con el Nevado Nahuin (A) de la expedición alemana de 1966, pero es distinto del Tatajaico (B) señalado en el croquis cartográfico publicado por la expedición de la Sección Académica de Múnich del Club Alpino Alemán en 1969.


Con mis dudas despejadas fui a la vertiente oriental de estas montañas andinas peruanas en julio de 2019. Desde la cumbre señalada Tatajaico (5070 m) en la cartografía de la expedición germana de 1967, aunque 5204 m en mi GPS, observé la representación de las cimas en la carta oficial y comprobé que la del Suiricocha I y la del Nahuin Noroeste, en efecto, coincidían.14


Ascensiones a las cimas del Nevado Suiricocha

A continuación enumero las cimas del Nevado Suiricocha, seguidas de nombres extraoficiales y alturas de distintos autores. Las alturas de Alberto Hung fueron publicadas en su revista Montañas Peruanas, nº 40, donde además registró líneas y ascensiones recientes.


Cimas del macizo del Suiricocha desde la vertiente oriental, con nueva laguna bajo el frente glaciar vista desde el Nevado Paccha. 1 Nahuín Noroeste, 2 Nahuin Oeste, 3 Nevado Nahuín, 4 Suiricocha Noroeste, 5 Suiricocha Central y 6 Suiricocha Sur son nombres extraoficiales. Foto Koky Castañeda, 23 de marzo de 2015. Pulse en la imagen para aumentarla.



Cima 1. Nahuin Noroeste (5580 m Koch, Suiricocha I 5500 Hung)

Esta cima coincide con la de 5513 m alcanzada por el investigador y alpinista alemán Olaff Hartmann el 25 de septiembre de 1965. La segunda ascensión registrada, el 15 de junio de 1966, corresponde a los alemanes Peter Gessner, Alfred Koch y Michl Steinbeis que calcularon 5580 m en la cima. El mismo día, el trío bajó a su campamento alto y ascendió luego con Johanna Koch a la cumbre del Nevado Nahuin o Ñahuin.

El peruano Koky Castañeda y el brasileño Carlos Soares intentaron alcanzar la misma cima Noroeste en el año 2012. Meses después lo intentarían los peruanos Marco Jurado y Misael Mendoza. El 12 de mayo de 2019, el peruano Beto Pinto y su cliente belga Guy Fonck alcanzaron esta cima nombrada «Nahuin Noroeste» o «Suiricocha I».

Cima 2. Nahuin Oeste15 (Suiricocha II 5567 m Hung)

Beto Pinto y su cliente francesa Sophie Denis alcanzaron esta cima secundaria, situada al oeste de la cumbre del Nahuin, probablemente a finales de mayo de 2010.16 Poco después, ese mismo año, la alcanzarían los peruanos Magno Camones, Ángel Morales, Raúl Laberiano, William Alvarado y Alfredo Zuñiga.

Cima 3. Nevado Nahuin (Tatajaico 5504 m Wallace, Nahuin 5650 m Koch, Jaico 5550 m von Hillebrandt, Suiricocha III 5624 m Hung)

Se supone que el Nevado Tatajaico (5504 m), ascendido el 22 de julio de 1958 por William Wallace, Hugh Simpson y Miss Myrtle Emslie, coincide con la del Jaico (del croquis alemán de 1969), ésta coincide a su vez con la cumbre del Nevado Nahuin o cima principal del Nevado Suiricocha de la Carta Nacional peruana.

Acerca de esta cumbre con tres nombres, procede anotar que el anuario alpino norteamericano y el escocés registraron el mismo ascenso de 1958 por caras distintas. The American Alpine Journal (1959) publicó que el trío ascendió al Tatajaico por la cara sur y descendió por la arista oeste. The Scottish Mountaineering Club Journal (1959) aludió al ascenso por la cara este y al descenso por la arista sur. Aun así, podemos asegurar que la cumbre del Nevado Suiricocha del IGN es la del Nahuin (5650 m) alcanzada el 15 de junio de 1966 por Peter Gessner, Michl Steinbeis, Alfred y Johanna Koch.



El 6 de julio del año siguiente, Günther Bram y Axel von Hillebrandt alcanzaron la misma cumbre «por una nueva ruta en la cara oeste», comunicaron que era la cuarta ascensión, pero en vez de Nahuin usaron el nombre «Jaico» (5550 m) en sus informes.

Los peruanos Magno Camones, Ángel Morales, Koky Castañeda, Alberto Hung, Raúl Laberiano, Alfredo Zúñiga, William Alvarado, Roger Lliuya y Lucio Rojas alcanzaron la cumbre en 2010 por la arista oeste.

Cima 4. Suiricocha Noroeste (Suiricocha IV 5515 m Hung)

Esta cima elevada al suroeste de la cumbre del Nahuin fue alcanzada por Alberto Hung, Roger Lliuya, Lucio Rojas y Koky Castañeda en el año 2010.

Cima 5. Suiricocha Central (Suiricocha V 5468 m Hung)

Alberto Hung y Lucio Rojas alcanzaron esta cima en el año 2010.

Cima 6. Suiricocha Sur (5410 m Jahl, Suiricocha VI 5533 m Hung)

Esta cima coincide con el «punkt 5410 m» ascendido por Christian Jahl y Ekkehart Rübel el 21 de junio de 1967. En el año 2010 lo escalaron Beto Pinto y Sophie Denis, también Koky Castañeda y Roger Lliuya, además de Alberto Hung y Lucio Rojas «tras descender de la Cima V».

Notas
10 Excepto un mapa de hacienda, impublicado, localizado entre 1939 y 1940, por William F. Jenks en el archivo de la antigua empresa minera Cerro de Pasco Copper Corporation.
11AAJ 1967.
12AAJ 1959.
13AAJ 1967.
14 Este Tatajaico es distinto del ascendido por la expedicón escocesa de 1958. Como ninguna expedición había registrado ascensiones a un nevado llamado Suiricocha, el trío alemán creyó que las cimas del Nahuin eran vírgenes.
15 Gessner, Steinbeis y Koch no continuaron hasta esta cima que consideraron punto elevado menor del Nahuin.
16 Véase AAJ 2011 y Montañas Peruanas nº 40. Procede corregir, aquí, el pie de la foto de Sophie Denis publicada en la página 168 de AAJ 2011: «The new routes on Vicunita, Manon Dos, and Suiricocha». El Manon Dos no está en la foto, las cimas visibles a la derecha del Vicuñita son las del Nevado Nahuin. La línea de ruta del centro de la foto va, pues, a la cima del Nahuin Oeste y la línea de la derecha a la cima sur del Suiricocha.

Comunicaciones personales (c.p.) y agradecimientos
Agradecemos la colaboración de Johanna Koch, Lisbeth Schmidt y Hermann Huber, de Antonio (Toño) Rodríguez, de Consuelo Amorós, de Evelio Echevarría, de José Ángel Navarro (Janc), de Jorge Yamamoto, de Hugo Sifuentes, de Alberto Hung, de Koky Castañeda, de Josep Paytubi, Carles Capellas y el equipo humano del Servey General d'Informació de Muntanya de Sabadell.

Andes. Perú. Cordillera Blanca. Huascarán Norte. Vídeo de la expedición francesa de 1966.

Feliz Navidad

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Próspero Año Nuevo

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Deseos para el 2020

Como amamos la Naturaleza y nos apasionan las facetas tradicionales del montañismo, deseamos un Año Nuevo próspero en cordura social, en conocimiento, en respeto a la diversidad cultural, en libertad de expresión, en justa valoración de la investigación científica, y en consciencia por la preservación del Medio Ambiente.

Hasta pronto, con abrazos de la «organización informal flexible» Andes Info.

Andes. Perú. Cordillera Blanca. Nevado Putka o Putca. Cima Oeste alcanzada por Proaño y Bustamente

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Cerro Parón (La Esfinge) y Nevado Putka o Putca desde la vertiente sur de la Quebrada Parón. Foto Sevi Bohórquez, 2009.


El controvertido nombre Putacaraju

El orónimo «Putaca» es desvirtuación de la palabra quechua putka. La carencia original de grafía y un alfabeto normalizado tardío de las lenguas quechuas o quichuas son, entre otras, las causas de abundantes vocablos y expresiones con transcripción anómala en distintos idiomas.

A veces recurrimos a una vocal epentética, entre dos consonantes, para pronunciar bien alguna palabra quechua. Una de éstas es putka, castellanizada «putca», que significa `fangoso´ o `lodoso´. Su forma escrita corrupta, putaca, debida al uso de esa vocal auxiliadora, se observa, por ejemplo, en el nombre de un nevado de la Cordillera Blanca peruana. Procede añadir ahora que «raju» viene de rahu y puede significar `montaña nevada´, `nieve´ y también `hielo´. En la oronimia andina se usa por lo común «nevado» para referir a montañas cubiertas de nieves perpetuas. Así, el orónimo Putkarahu, o su versión castellana «Putcaraju», podría significar `nevado fangoso´.

El nombre «Nevado Putaca Sur» (5337 m) está asignado al Cerro Parón —nombrado La Esfinge (5325 m) en el ámbito alpinista— en el Mapa índice de lagunas de la Cordillera Blanca elaborado por J. Fernández para Electroperú en 1974. Por esto hay una referencia cruzada en el índice alfabético de la guía Cordillera Blanca, Escaladas, Parte norte:«Putaca Sur. Véase Parón, cerro». Acerca de aquel orónimo, John F. Ricker avisa en su libro Yuraq Janka:«Los nombres de lugares en el valle de Parón aún necesitan confirmación. Los nombres Putaca, Chekchiqolka, Parajo y Paria son nombres no ubicados que se usan comúnmente para referirse a los picos en el Valle de Parón».

Algunos nombres de nevados andinos terminan unas veces en «raju» y otras no en distintas publicaciones. Parece lícito usar tanto Nevado Putca como Putkarahu o Putcaraju. Sin embargo, dicha forma corrupta o desvirtuada puede producir el chocante orónimo «Putacaraju» y un debate sobre su idoneidad.

Todas estas aclaraciones vienen a propósito de la necesidad de explicar a colegas anglohablantes el significado y consecuencias imaginables de la divulgación del orónimo «Putacaraju Oeste» propuesto, con lógica toponímica y quizá carencia de malicia, por los andinistas ecuatorianos Felix Proaño y Simón Bustamente para una posible cima innominada —de la mencionada quebrada de Parón— que alcanzaron el 27 de agosto de 2019. Tal vez a partir de ahora mis aludidos colegas conozcan mejor qué significa esa expresión compuesta por las palabras «puta» y «caraju» (el quechua carece de vocal /o/), consideradas en Perú «lisuras», demasiado groseras e irrespetuosas para nombrar una de sus cimas.

La primera ascensión a la cima del que hoy creemos que es el Nevado Putka (Putca), que recibe las alturas de 5585 m en la cartografía germana y ca. 5550 m en la peruana, se atribuye a la expedición del Club Alpino Italiano de Monza el 30 de junio de 1965. Tal cartografía, probablemente por su escala 1:100.000, no indica la cima secundaria de 5380 m al oeste de la misma elevación montañosa alcanzada por la cordada chilena.

Andes. Perú. Cordillera Blanca. Equipo Femenino de Alpinismo de la FEDME, actividad de 2017

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Recorrido de Simón, Crave y Baró en la cara sur del Pucarashta Central sobre la quebrada Santa Cruz. Cordillera Blanca. Foto Simón, Crave, Baró


Equipo Femenino de Alpinismo de la FEDME en la Cordillera Blanca de los Andes del Perú

La expedición del Equipo Femenino de Alpinismo (EFA) de la Federación Española de Deportes de Montaña y Escalada (FEDME) a la Cordillera Blanca peruana duró del 5 junio al 12 de julio de 2017, publicó canalfedme al cabo de cinco días. Ruth Craven, Vicky Vega, Diana Calabuig, Esther Simón y Fátima Gil componían este equipo dirigido por Marc Subirana, acompañado por el guía Oriol Baró y el médico Augusto Covaro.

El grupo, que salió de Barcelona hacia Madrid, viajó en avión hasta Lima (capital del Perú) y luego 400 km al norte en autobús hasta Huaraz (3090 m), ciudad que sería el punto de partida hacia las montañas desde el 6 de junio. La expedición caminó para aclimatarse hasta las lagunas Willkacocha (Willcacocha 3800 m), Churup (4500 m) y Churupita (4600 m) y ascendió al Nevado Mateo, de unos 5150 m.

Para completar la aclimatación, el grupo viajó de Huaraz a Cashapampa (ca. 2900 m), subió por la quebrada Santa Cruz hasta Punta Unión (4750 m), pernoctó en este alto paso, bajó por el mismo camino al valle y subió desde la pampa de Quisuar hasta los 4350 m del campo base del Alpamayo. El grupo porteó después material hasta el campo morrena (ca. 5100 m), descansó un día y por seguridad programó la escalada de la «vía Ferrari» (400 m 70°) de la cara suroeste del Alpamayo (5947 m) en tres días consecutivos (15, 16 y 17 de junio) por tres cordadas distintas. Las tres cordadas bajaron con rápeles, a veces desde abalakovs, por la misma vía. La cordada que escaló el Alpamayo el día 15 alcanzó, al día siguiente, la arista cimera del Quitaraju (6036 m) y decidió descender debido a las malas condiciones de la nieve. Canalfedme relató así lo que aconteció después:
«La parte del grupo con más fuerza física se centró en la apertura de una vía en la cara sur del Pucarashta (5.450 m) 600 m MD+ sobre un terreno mixto exigente, que demandó concentración, acierto y fuerza durante todo el día 18 junio. Después del desgaste de todos estos días el grupo deshizo la aproximación hacia Cashapampa y con furgoneta llegaron de nuevo a la capital Huaraz. Allí el grupo realizó durante unas jornadas un merecido descanso activo, escalando en roca cerca de Huaraz, tanto en zonas de escalada deportiva como de varios largos de cuerda. El grupo se mantuvo activo, saludable y motivado en todo momento y pudo regenerar el desgaste de la altura.»

El itinerario de Ester Simón, Ruth Craven y Oriol Baró en la cara sur del Pucarashta (cima central, ca. 5450 m) —nevado situado al NE del Alpamayo y al SO del Pucahirca Oeste— parece coincidir en algún tramo, en mitad de la pared, con la vía que abrieron Phil Moorey, Mick Davie y Steve Di Ponio con un vivac el 16 de junio de 1991.*

En las quebradas Parón e Ishinca

El 22 junio el equipo de la FEDME se dividió en dos grupos. Una cordada de tres fue a la quebrada Parón, escaló la cara SO de la Pirámide Garcilaso combinando dos vías centrales: empezó por la izquierda, terminó por el centro y así evitó los peligros potenciales de un serac. El trío descendió por el mismo recorrido, con 14 rápeles, usando abalakovs y estacas de nieve. El otro grupo fue a la quebrada Ishinca, ascendió al Nevado Ishinca (5530 m) y también escaló la cara oeste del Tocllaraju (6032 m) por la vía italiana (700 m D+) de 1980.

Añade canalfedme que el «28 junio el grupo partió hacia el Chopicalqui (6.354 m) por la arista SO, pero las condiciones del tiempo y la prudencia aconsejaron no llegar a la cumbre. Después de escalar unos días en roca granítica de primera calidad en [Hatun] Machai y recuperarse de los esfuerzos, el grupo decidió ir a La Esfinge (5.325 m), escalada magnífica sobre roca granítica de gran calidad situada en la Laguna Parón, allí y en 2 grupos distintos [el 6 de julio] se escaló la vía del 85 (750 m 6b/A1) que cerró las actividades más destacadas de la Expedición Femenina. Antes de regresar a España el grupo se relajó de nuevo activamente, escalando en roca en [Hatun] Machai y celebró el día 11 julio en Huaraz una cena de clausura de la Expedición.»

Notas* El trazo de esta vía publicado en 1995 en la guía de David M. Sharman es poco preciso, resulta difícil determinar con exactitud los pasajes comunes del recorrido de 2017. El autor escocés nombró la cima Pucarashta Central, para distinguirla de sus dos cimas adyacentes (Oeste y Este), y le otorgó 5650 m. Cuatro días después Moorey cayó cuando rapelaba (AAJ 1992) en la cara sur del Pucarashta Este (ca. 5500 m) y murió al otro día mientras lo evacuaban.

Comunicaciones personales (c.p.) y agradecimientos:
Oriol Baró

Fuentes consultadas
www.fedme.es
American Alpine Journal, en particular 1992, p. 152.
SHARMAN, David M. Climbs of the Cordillera Blanca of Peru. Scotland: Whizzo Climbs, 1995.

Andes. Perú. Cordillera Blanca. Nevado Putaca o Putca. Putka Chico. Ascensión de Proaño y Bustamante. Parte I

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Nevado Putka Chico (5380 m) con la vía de Proaño y Bustamente en el espolón sureste. Foto, Sevi Bohórquez, 1988. Línea, Felipe Proaño. Pulse en la imagen para aumentarla.


Sobre una cima ignorada del Nevado Putka

El 27 de agosto de 2019, Felipe Proaño y Simón Bustamante alcanzaron un pico de 5380 m justo al norte del Cerro Parón (La Esfinge, 5325 m) de la Cordillera Blanca peruana. La cordada ecuatoriana consideró virgen el pico, sobre el que había indagado y donde no encontró vestigios de ascensiones anteriores. Ambos compañeros entendieron que habían escalado hasta la cima occidental del nombrado Nevado Putaca en la cartografía oficial. Como en la lengua quechua el sufijo -raju significa `nevado´, comunicarían luego que habían escalado el «Putacaraju Oeste» sin pensar en las connotaciones de tal nombre.

En el ámbito andinista, no obstante, sorprende cualquier hallazgo reciente de cimas vírgenes superiores a 5000 m en las cordilleras del norte del Perú. Surgen dudas debido al triple par de problemas que dificulta la tarea de averiguar si tales elevaciones fueron alguna vez holladas. Así, al analizar lo publicado acerca de las ascensiones en el cordal montañoso donde se alza el pico, podría quedar confuso, por ejemplo, si el grupo de Munich de 1955 intentó escalar el mismo espolón que el par ecuatoriano y si los polacos Witold Jurkowski y Roman Gutkowski llegaron en 1973 a la misma cima.


Proaño encabeza el cuarto largo, en los agradables tramos semiverticales del espolón SE del Putka Chico. Foto, Simón Bustamante. Pulse en la imagen para aumentarla.


La escalada de Proaño y Bustamante

Felipe Proaño Iturralde (31 años) y Simón Bustamante Andrade (19 años) estaban sorprendidos la mañana del 25 de agosto de 2019 en la cima del Cerro Parón, habían escalado la vía de 1985 de la cara oriental en tan sólo cuatro horas y dieciseis minutos. Proaño, escalador profesional, autor de la guía Rutas de Escalada en Ecuador, relataría luego que miraron hacia el norte atraídos por la cima nevada más próxima:
Oculto a mano izquierda, ignorado frente a la presencia de formaciones de mayor magnitud y dimensiones, veíamos el pico al suroeste del Nevado Putaca […] Aún disponíamos de dos días y medio para escalar.
Sólo tenían emprotradores y friends, no llevaban material de percusión, nada semejante a clavos o buriles, porque no estaba en sus planes abrir rutas en la Quebrada de Parón. Sin embargo, cuando regresaron al campo base divisaron una posible vía de escalada, poco compleja, con posibilidades interesantes, por el espolón E hasta la cima nevada. Sin poder resistir la tentación se dirigieron al espolón esa misma tarde:
Asumiendo los riesgos de la incertidumbre, a mediodía avanzamos hacia su terreno vertical. Escalamos seis largos de cuerda, de entre 60 y 40 metros, hasta un collado en una arista afilada bajo el muro rocoso final. Una tormenta de nieve nos obligó a descender. Llegamos al campo base con las últimas luces. A la mañana siguiente volvimos a subir por la morrena. Sobre las 7:00 horas empezamos a escalar los seis largos conocidos y escalaríamos otros cinco de baja dificultad técnica por buen granito, a través de un sistema de diedros y tres largos de roca suelta cerca de la cima. Después de once largos en total, en el segundo día de escalada lográbamos una muy inesperada cima.

Recuerdo que el último largo terminaba en una “jenga” de rocas sueltas, parecía que al quitar una de ellas todo se vendría abajo. Los últimos 15 o 20 metros fueron de escalada de cuarta o quinta clase en un “mini” largo de acceso a la cumbre, lo más directo posible hacia ella. Fuimos hasta la cumbre porque es siempre nuestro objetivo final, más importante que el trayecto cuando abrimos una ruta.

Proaño en el quinto largo, por la corta pero expuesta travesía hacia el paso clave de la ruta. Foto, Simón Bustamante. Pulse en la imagen para aumentarla.

Creo que la cumbre como objetivo principal es tan importante como regresar a casa. Si en los Andes apuntamos sólo a una arista, o a una antecima, entonces ¿para qué estamos ahí? Descendimos con diez rápeles, sin incluir el destrepe de la travesía horizontal del quinto largo. Los dos primeros rápeles fueron confusos, pero nos pusieron en la línea correcta. En todos ellos dejamos fisureros o cintas cosidas. Antes de las tres de la tarde estábamos de nuevo en la base de la ruta, donde hay una cueva perfecta para salvaguardarse de una tormenta o pernoctar antes del ascenso. Aunque nuestra ruta, “Justo en las Ganas” 6a+ (5.10-), no sea la más difícil ni larga en mi trayectoria como escalador es de las que más orgulloso estoy. Creo que esta nueva vía, quizá la más fácil de la zona, podría servir de calentamiento antes de escalar en el Cerro Parón.

En Huaraz nos dijeron que tal vez, pero no es seguro, esa cima fuera visitada hace unas décadas desde la Quebrada Santa Cruz por alpinistas italianos. Comunicamos después que habíamos escalado el Putacaraju Oeste, por la orientación aproximada del pico respecto al Nevado Putaca. Fue muy interesante darse cuenta nuevamente de las grandes oportunidades que presenta la Cordillera Blanca y el mismo Valle de Parón.
Los dos andinistas del Ecuador mandaron una breve nota de sus actividades al anuario alpino norteamericano sin conococer todavía el nombre local del pico ni si alguien lo escaló antes.

Continúa en Parte II Confusión de cimas y nombres en la Quebrada de Parón

Comunicaciones personales y agradecimientos
Agradecemos la colaboración de Felipe Proaño y Hermann Huber


Simón Bustamante en la cima del Nevado Putka Chico. Foto, Felipe Proaño. Pulse en la imagen para aumentarla.

Andes. Perú. Cordillera Blanca. Nevado Putaca o Putca. Putka Chico. Ascensión de Proaño y Bustamante. Parte II

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Cerro Parón, Nevados Putaca, Putca o Putka, Agujas Nevadas, Nevados Caraz y Artesonraju. Vista aérea sobre la Quebrada Huancotepampa o Wanqotepampa. Foto Sevi Bohórquez.

A veces resulta más fácil escalar una montaña que averiguar su nombre o quién alcanzó antes la cima. Viene de Parte I
Cimas y nombres de la Quebrada de Parón en la cartografía

Las cimas que aquí nos ocupan se elevan sobre la línea divisoria montañosa que vierte las aguas de sus glaciares a las quebradas Huancotepampa (Wanqotepampa) y Santa Cruz por su lado norte, y hacia la vertiente sur por la Quebrada de Parón. Los nombres y las alturas de estas cimas varían según se consulte la cartografía austroalemana o la peruana oficial.

Resulta difícil saber si el nombre «Nevado Putaca» fue asignado, en las hojas Corongo y Carhuaz del Instituto Geográfico Nacional del Perú (IGNP), al Cerro Parón —apodado La Esfinge (5325 m)— o a las cimas que van desde este cerro hasta los Nevados Aguja. Tal vez por esta segunda posibilidad J. Fernández usó el nombre «Nevado Putaca Sur» (5337 m), en vez de Cerro Parón, cuando dibujó el Mapa índice de lagunas de la Cordillera Blanca para Electroperú en 1974.

La carta Cordillera Blanca elaborada por la expedición germano austriaca de 1932 —anterior a la publicación de las aludidas hojas del IGNP— no asignó nombres a ninguna de esas cimas, salvo el de Aguja Nevada en la de 5886 m. Esto mismo ocurre en los croquis de cordales incluidos en la guía de John F. Ricker, Yuraq Janka, que tienen alturas compiladas de las cartografías peruana y germana, con toponimia por lo general autóctona y el aviso: «Los nombres de lugares en el valle de Parón aún necesitan confirmación. Los nombres Putaca, Chekchiqolka, Parajo y Paria son nombres no ubicados que se usan comúnmente para referirse a los picos en el Valle de Parón».

El orónimo «Nevado Putaca» en las hojas Corongo y Carhuaz (unidas) del Instituto Geográfico Nacional del Perú.


El nombre Agujas Nevadas abarca, curiosamente, todas las cimas desde el collado SO del Nevado Caraz I hasta el collado NO del Cerro Parón en la edición moderna de dicha carta germana, la Alpenvereinskarte Cordillera Blanca Nord (Perú) 0/3a.

Aun con sus discrepancias oronímicas, toda la cartografía aquí referida tiene algo en común: ninguna señala la cima hollada por los escaladores ecuatorianos, Proaño y Bustamante, en agosto de 2019. Esta cima, llamada Putka Chico por algunos lugareños, incluido Rigoberto Ángeles —antiguo guardián de Electroperú en la laguna de Parón—, es la del aludido «Putaca Chico» en la página 179 de la guía Cordillera Blanca, Escaladas.

El nombre Agujas Nevadas en la edición moderna de la Alpenvereinskarte Cordillera Blanca Nord (Perú) 0/3a.



El orónimo Putaca

El orónimo «Putaca» es desvirtuación de la palabra quechua putka. La carencia original de grafía de las lenguas quechuas, o quichuas, ha propiciado abundantes vocablos y expresiones con transcripción anómala en distintos idiomas. A veces recurrimos a una vocal epentética, entre dos consonantes, para pronunciar bien alguna palabra quechua. Una de éstas es putka, castellanizada «putca», que puede significar `fangoso´, `barroso´ o `lodoso´.

Encontramos, por ejemplo, el nombre Cerro Putca en la hoja 24-k Matucana del IGN peruano.
Recordemos que «-raju» viene de rahu y puede significar `montaña nevada´, `nieve´ y también `hielo´. En la oronimia andina se usa por lo común «nevado» para referir a montañas cubiertas de nieves perpetuas. Así, el orónimo Putkarahu, o su versión castellana «Putcaraju», podría significar `nevado barroso´.


La reivindicación del nombre nativo

La cordada ecuatoriana está de acuerdo con la reivindicación del nombre autóctono Putka, bien sea acompañado de la orientación de la cima, Suroeste respecto a su nevado principal, o del adjetivo Chico. Aunque en última instancia será cometido de las autoridades geográficas peruanas.

Queda despejar ahora la dos dudas planteadas al principio de la Parte I: si el grupo de Munich de 1955 intentó escalar el mismo espolón que el par ecuatoriano y si los polacos Witold Jurkowski y Roman Gutkowski llegaron en 1973 a la misma cima.

Continuará en Ascensiones pioneras en las Agujas Nevadas o Nevados Aguja

Cartografía consultada
● BORCHERS, Philipp (editor). Cordillera Blanca y el Callejón de Huaylas (Perú) Parte Norte 0/3a (DÖN). E.1:100.000. Munich: Klein & Volbert, 1935 y facsímil 1988.
● Alpenvereinskarte Cordillera Blanca Nord (Perú) 0/3a. E.1:100.000. Insbruck: Oesterreichischer Alpenverein, 2000.
● Hojas 18-h Corongo y 19-h Caraz. E 1:100.000. Lima: Instituto Geográfico Nacional del Perú, reimpresión de 1996.
● Map 2. E 1:100.000. En RICKER, John F. Yuraq Janka. A Guide to the Peruvian Andes, Part I. Cordilleras Blanca and Rosko. Banff: Canadian Alpine Club. New York : American Alpine Club, 1977.

Andes. Perú. Cordillera Blanca. Nevado Putaca o Putca. Putka Chico. Ascensión de Proaño y Bustamante. Parte III

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Cima del Cerro Parón (5325 m), con el Putka Chico (5380 m) detrás y parte del Nevado Putaca (Putca, Putka o P 5585 m) a la derecha. Foto Iñaki San Vicente, 1988.

Todavía generan confusión las contradicciones o datos erróneos publicados, aparte de los ya mencionados en Parte II, sobre ciertas ascensiones e intentos en los picos de la divisoria que se extiende al suroeste de las Agujas Nevadas de la Cordillera Blanca peruana. Son datos paradigmáticos, revelan el grado de conocimiento de quienes comunicaron acerca de tales actividades andinistas, de quienes escribieron después libros, del autor de una guía de referencia o de la picaresca de quienes la plagiaron y, en particular, de cuánto cuesta a veces averiguar quién alcanzó primero cierta cima. Como leer una retahíla de pruebas sobre lo dicho aburriría bastante, incluso disgustaría, sólo referiremos aquí a lo esencial de los intentos y ascensos que ayudarán a distinguir las cimas que podrían confundirse con las del Putka Chico.

Ascensiones pioneras en las Agujas Nevadas o Nevados Aguja

Aunque los alpinistas germanos Erwin Hein y Erwin Schneider llegaron a la laguna de Parón en agosto de 1932, las primeras ascensiones en la vertiente norte de la Quebrada de Parón fueron documentadas por el «Grupo de Munich de 1955» compuesto por Hermann Huber, Alfred Koch, Helmut Schimidt, Heinz Grald y los porteadores ancashinos Pedro Méndez y Guillermo Morales. The American Alpine Journal publicó al año siguiente, entre otra información, acerca de la actividad del grupo: «Atacaron después la torre de sólido granito, el Nevado Agujas (5550 m).1 Este ascenso falló a unos 260 m de la cumbre en la tarde del 26 de junio por dificultades para escalar. Giraron al cercano Cerro Parron, cuya cima de 5324 m alcanzaron a las 5:30 de la tarde». La rigurosa guía de John Ricker, Yuraq Janka, registró veintidós años después el mismo intento pero en distinta cima:2
Huber llamó al pico "Co. Parón"*. Lo escaló desde el final oeste de la Laguna Parón después de un infructuoso intento en P 5585m.
Este intento, anecdótico dentro de la notable actividad andinista del grupo bávaro ese año 1955 en las cordilleras norteñas peruanas, tiene hoy cierta relevancia por su relación con cuanto intentamos aclarar y, como veremos más adelante, porque podría servir de muestra de mencionados cambios en la mentalidad andinista.

Alfred Koch (arriba) y Heinz Grald fotografiados por Hermann Huber, el 26 de junio de 1955, mientras escalaban la arista SE de la cima al oeste del collado de la Aguja Nevada I.

Recordemos que los Nevados Aguja de la cartografía de la Sociedad Alpina Alemana y Austriaca (DÖAV) abarcan todas las cimas entre el collado noroeste del Cerro Parón y el collado suroeste del primer Nevado Caraz. Por esto, por las referencias contradictorias sobre dicha cima intentada —5550 m en la nota de AAJ y 5585 m en la guía Yuraq Janka— y por la rapidez con que los bávaros alcanzaron la cumbre del Cerro Parón, parecía lógico pensar que habían escalado en una de las aristas orientales de los Nevados Putaca de la cartografía peruana. Así pues, sólo Huber, el único alpinista vivo de los cuatro, podría aclarar ¿por cuál arista escalaron y qué cima intentaron alcanzar?

Hermann Huber, consultado el 28 de abril de 2020, explicó:
En aquella época no había carretera desde Caraz a la quebrada de Parón. Resultaba difícil incluso llegar a la laguna que obstruía el paso hacia los nevados que cerraban la quebrada. Estábamos hambrientos, esperando que Pedro Méndez nos trajera la comida con los burros. Así que mientras esperábamos decidimos escalar, directamente desde nuestro campo base en la orilla oeste de la laguna, la arista que baja curvada hacia el sur y situada más al oeste del col de la cadena de la Aguja Nevada. Nos gustaba ver allí aquel granito de calidad y fuimos a probarlo. Abandonamos la escalada por falta de medios adecuados y porque íbamos lentos por la dificultad para escalar algunas placas rocosas con nuestras anchas botas, pensadas para un pie con dos o tres calcetas, fabricadas a mano por un conocido zapatero de Munich. Mis botas con suela de goma profilada y juego de Tricouni, regalo de mi padre, las regalé a mi querido ayudante Guillermo Morales antes de volver a Baviera. Desde la arista mirábamos hacia el pico de granito, el Cerro de Parón, algo lejano al oeste, y decidimos abandonar la arista para ir a escalarlo.
Cuando descendieron de aquella arista, ese mismo día atravesaron hacia el oeste. Por incómodas pedreras inclinadas llegaron al collado más al suroeste de los referidos Putaca, menos cercano que cuanto anotaron las publicaciones. Desde aquí escalaron la arista noroeste del Cerro Parón y, en efecto, alcanzaron su cumbre sobre las cinco y media de la tarde:3
No estimamos bien la distancia ni el tipo de terreno, así logramos la cumbre tarde y cansados. La larga travesía por las pedreras y el descenso entre las plantas de ichu (esparto andino), por la noche, sin lámparas frontales, fue una tortura especial aunque recompensada por un día memorable.4
Queda claro, pues, que el grupo de Múnich no «intentó» alcanzar la cima del Nevado Agujas ni tampoco del P 5585 m.

Entonces, aquella arista curvada ¿alcanzaba alguna cima señalada con nombre propio y altura concreta en la cartografia?




Alfred Koch en la arista SE al oeste del collado (visible a la derecha) de la Aguja Nevada I. Foto Hermann Huber.
Continuará en Parte IV

Notas
1The American Alpine Journal 1956, p. 131.
2Yuraq Janka, publicada en 1977, es la guía de referencia más rigurosa y exhaustiva sobre primeras ascensiones en la Cordillera Blanca.
3 Hora crepuscular en estas latitudes.
4 Esta aventura de ida y vuelta al campo base de la laguna de Parón en un sólo día, por terreno nunca hollado y con la indumentaria de entonces, indica cualidades físicas y alpinísticas propias de los mejores de sus generación.

Cartografía consultada
● BORCHERS, Philipp (editor). Cordillera Blanca y el Callejón de Huaylas (Perú) Parte Norte 0/3a (DÖN). E.1:100.000. Munich: Klein & Volbert, 1935 y facsímil 1988.
● Alpenvereinskarte Cordillera Blanca Nord (Perú) 0/3a. E.1:100.000. Insbruck: Oesterreichischer Alpenverein, 2000.
● Hojas 18-h Corongo y 19-h Caraz. E 1:100.000. Lima: Instituto Geográfico Nacional del Perú, reimpresión de 1996.
● Map 2. E 1:100.000. En RICKER, John F. Yuraq Janka. A Guide to the Peruvian Andes, Part I. Cordilleras Blanca and Rosko. Banff: Canadian Alpine Club. New York : American Alpine Club, 1977.

Comunicaciones personales y agradecimientos
Agradecemos la colaboración de Hermann Huber

Andes. Perú. Cordillera Blanca. Nevado Putaca o Putca. Putka Chico. Ascensión de Proaño y Bustamante. Parte IV

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Unidas por una arista curvada hacia el noreste, las Agujas Nevadas I (5840 m), II o Central (5886 m) y III (5775 m) a la derecha. Foto Sevi Bohórquez, 1988.

En la Parte III nos preguntábamos al final: ¿alcanzaba aquella arista curvada alguna cima señalada con nombre propio y altura concreta en la cartografia? Aquí pretendemos aclararlo averiguando si dos expediciones alcanzaron el mismo pico, le dieron distinto nombre y su cima coincide con la del Putka Chico o Putaca Suroeste.
La Aguja Nevada Chica y la Agujita

Si consultamos suficientes documentos divulgados hasta 1975 sobre las cimas que aquí nos interesan, y no acabamos ingresados en un hospital psiquiátrico por sobredosis de datos confusos o contradictorios, colegiremos que los suizos Hans Frommenwiler y Erich Haltiner subieron en 1959 desde la laguna de Parón al collado oeste de la Aguja Nevada I y alcanzaron la cima de la Aguja Nevada Chica (ca. 5500 m) por su arista norte. Este mismo recorrido, aunque con variantes o atajos, fue el de los polacos Jurkowski y Gutkowski que en 1973 nombraron Agujita—de 5500 m en la revista Taternik y de 5450 m en American Alpine Journal (AAJ)— la misma cima o, probablemente, otra algo más baja en la arista norte del mismo pico.

Cuando observamos este pico desde enfrente vemos que tiene dos cimas, sin cotas ni nombres en la cartografía oficial. La más alta, con 5560 m en la carta germana, está al suroeste de la otra más próxima al collado de la Aguja Nevada I. Esta otra, la más baja, imperceptible en esa cartografía, tal vez sea la Agujita escalada por la cordada polaca e incluso podría ser la misma cima de 5500 m alcanzada ocho años antes por la expedición de la sección de Monza del Club Alpino Italiano. Ambas cimas están alejadas, al noreste, del Putka Chico escalado en 2019 por la cordada ecuatoriana. Acerca de la pregunta inicial podemos responder entonces que la arista curvada por donde escaló el Grupo de Múnich de 1955 lleva a la Aguja Nevada Chica de 5560 m.

Para nuestro propósito tal vez sea irrelevante averiguar ahora si la cordada polaca continuó hasta esta cima suroeste. Al aceptar tan soslayable incógnita, el asunto parece concluido. Sin embargo, al confrontar aquellas conclusiones con la información publicada después por nuevas fuentes surgirán ciertas dudas. Los polacos Adam Zyzak, Michal Kulig y Ryszard Pawlowski ¿alcanzaron en 1978 una Agujita distinta que la de sus compatriotas?

El cordal montañoso de las Agujas Nevadas y la laguna de Parón vistas desde el noreste. Foto Sevi Bohórquez, 1998.


¿La misma Agujita en distinto lugar?

Encontramos una pista sobre la localización de esta desconcertante Agujita en la Revista Peruana de Andinismo y Glaciología (RPAG), que publicó la nota que recibió de «los miembros del “Akademick Klub Alpinistyczny Katowicach”»: «29 VIII [1978] Kulig[,] Pawlowski y Zyzak subieron Aguja Nev II por cresta sur, nueva ruta con segunda ascensión a Agujita 5600 m. conquistada por polacos en 1973 y con vivac en descanso». ¿Deberíamos entender «ascensión a Agujita […] en descenso»?

La RPAG indica en otro párrafo el itinerario del trío polaco: «La cresta hasta plateau es poco difícil pero más arriba muy difícil. Toda la ruta sube sobre el filo de la cresta o algunos metros a derecha este. Parece, que la parte inferior puede servir como mejor modo de descenso de Agujita y plateau de Ag. Nevada II». En la hoja gráfica entre las páginas 36 y 37, la fotografía B-3 muestra las Agujas con un pie de foto equivocado: «Desde la Pirámide, Adam Zyzak de Polonia, tomó esta foto del sistema occidental de las agujas de Parón. Por la izq. la cresta sur de la Aguja Nevada II, Agujita y Aguja Nevada I».

De todas formas, incluso corrigiendo el orden de estos nombres, resulta difícil discernir cuál de las cimas menores es la Agujita en la imagen. Si entendemos que esa Aguja Nevada II es en realidad la Aguja Nevada I, tendría más sentido que el trío polaco al bajar de ésta fuera hacia la Agujita escalada por sus compatriotas cinco años atrás.

La duda sobre la localización de esta Agujita se aclararía en una escueta nota del propio Zyzak, publicada en AAJ, 1979 p. 237, con algunos datos distintos sobre su escalada de 1978: «El 28 de agosto, Kulig, Pawilowski y yo, después de una escalada de nueve horas desde el campamento a 15,750 pies [4800 m], alcanzamos la cumbre de la Aguja Nevada I (19,160 pies) [5840 m] por una nueva ruta en el espolón sur, comenzando desde el lago Parón y cruzando la Agujita, escalada por polacos en 1973. En la prolongación del espolón escalamos la pirámide cimera directamente. Vivaqueamos en el descenso». Nótese que «cruzando la Agujita» quizá pueda significar que atravesaron por una parte baja de ella, no que alcanzaran su cima.

El Cerro Parón y las cimas del cordal montañoso hasta el collado suroeste de la Aguja Nevada I vistas desde el sureste. Foto Sevi Bohórquez, 2009.


La Agujita 31 años después

La localización de la Agujita es distinta en el volumen IV de la enciclopedia Wielka, que incluye las cimas del Nevado Putaca (P 5585 m) en el cordal de los Aguja e indica donde está la Agujita: «Aguja Nevada (5886 m; mapa p. 146), macizo glaciar en los Andes peruanos, en la parte central de la Cordillera Blanca, en una cresta lateral que separa el valle de Parón en el sur del valle de Santa Cruz en el norte. Culmina en los siguientes picos, sucesivamente desde el oeste: P 5585 m, A.N. Chico (5560 m), A.N.I (5840 m), A.N.II (5886 m) y A.N.III (5575 m). La difícil de alcanzar Agujita (5550 m) se eleva en la cresta del lado sur de A.N.III.»

La enciclopedia polaca considera, pues, que la Aguja Nevada Chica alcanzada por los suizos es distinta que la Agujita escalada por Jurkowski y Gutkowski, le otorga a ésta 50 o 100 metros más —según se consulte Taternik o AAJ—, pero la ubica muy distante, al noreste: entre las Agujas Nevadas II y III. De cualquier manera aludida, siempre se trata de la misma Agujita escalada en 1965 y situada justo a la izquierda de la Aguja Nevada I. Comprendamos, al respecto, que cuando gestionamos demasiados datos es fácil escribir algo distinto a lo que deseamos, y rara vez detectaríamos nuestras propias equivocaciones por mucho que releyéramos el texto.

Las indagaciones para esclarecer lo relacionado con ascensiones en el cordal de las Agujas Nevadas no se agotan aquí. Notemos sólo, para terminar, que en lo divulgado por la expedición italiana de 1965 parece claro que alcanzó, desde la Quebrada de Parón, la cumbre del Nevado Putaca (5585 m) y lo nombró «Nevado Città Sesto San Giovanni». Queda por averiguar si llamó Nevado Claudio (5500 m) al P 5560 —alcanzado seis años antes por los suizos— o si fue a la Agujita escalada por los polacos en 1973. Viene al caso recordar que estos últimos nombres italianos, como los de la expedición española de 1961 para otras cimas andinas, fueron bautizos reprobados, con bastante franqueza, por defensores de la toponimia autóctona como John F. Ricker y Hubert Adams Carter cuando dirigía el American Alpine Journal.

Moraleja

Con todo lo expuesto, nuestra intención ha sido mostrar, por un lado, que al desdeñar la información antigua y dar por válida la moderna podemos equivocarnos y, por otro, lo engorroso de algunas indagaciones cuando los datos sobre una cima o una ascensión son contradictorios en distintos documentos. Estos problemas, a veces irresolubles por falta de fuentes fiables, dificultan y enlentecen la edición de una noticia en una revista especializada, de una simple nota en un anuario alpino, de un registro en una guía o del texto de un libro. En fin, conviene recordar que sólo un par de fuentes secundarias consultadas podrían ser insuficientes para atribuir hoy una primera ascensión andina y, dar ésta por válida, quizá fomentara una creencia errónea que al cabo de los años resulte imposible o indeseable corregir.

Comunicaciones personales y agradecimientos
Hermann Huber (Alemania); Felipe Proaño (Ecuador); Mario Cossa y Mario Beretta (CAI Monza)

Principales fuentes consultadas
Alpine Journal.
American Alpine Journal.
Die Alpen, n.º 1 1960.
● Fantin, Mario. Pioneri ed epìgoni italiani sulle vette di ogni continente. Italia: Commissione delle Publicazzioni del Club Alpino Italiano, 1975.
● Fantin, Mario. Le Ande. Italia: misma editora, 1979.
Journal Swiss Foundation for Alpine Research, 1969 2 (7) pp 70-74.
Berge der Welt, vol. 13. 1960/61. p. 173.
Revista Peruana de Andinismo y Glaciología, nº 13, 1978-1979, pp. 14, 36-37.
● Ricker, John F. Yuraq Janka. 1977, pp. 70-73.
● Societa Alpinisti Tridentini. Nevado Caraz. Trento: Editrici Temi, 1972.
Taternik, nº 1, 1974, p. 17; nº 2, 1985, p. 64.
● Kiełkowski, Jan y Kiełkowska, Małgorzata. Wielka Encyklopedia Gór i Alpinizmu Tom IV. Polonia: Stapis, 2009. ISBN: 978-83-61050-09-4

Cartografía
● BORCHERS, Philipp (editor). Cordillera Blanca y el Callejón de Huaylas (Perú) Parte Norte 0/3a (DÖN). E.1:100.000. Munich: Klein & Volbert, 1935 y facsímil 1988.
● Alpenvereinskarte Cordillera Blanca Nord (Perú) 0/3a. E.1:100.000. Insbruck: Oesterreichischer Alpenverein, 2000.
● Hojas 18-h Corongo y 19-h Caraz. E 1:100.000. Lima: Instituto Geográfico Nacional del Perú, reimpresión de 1996.
● Map 2. E 1:100.000. En RICKER, John F. Yuraq Janka. A Guide to the Peruvian Andes, Part I. Cordilleras Blanca and Rosko. Banff: Canadian Alpine Club. New York : American Alpine Club, 1977.

Euskadi. Ángel Landa Bidarte. Fallecimiento.

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Pedro Udaondo y Ángel Landa (derecha) formaron una de las cordadas más brillantes de la época clásica de nuestro alpinismo. Foto Archivo P. Udaondo.

Desnivel.es 2 junio 2020, ha publicado sobre Landa: «Más allá de nuestras fronteras, fue el director técnico de la expedición vasca a la Cordillera Blanca de 1967, en la que se lograron las primeras nacionales de montañas como el Atunrraju (5987 m) y el Uchurraju (5600 m)». Véase además en Desnivel.es 3 agosto 2009 el artículo «Ángel Landa. Alpinismo, escuela de vida»

Ha muerto el Alpinista vasco Ángel Landa

La expedición vasca de 1967 a la Cordillera Blanca alcanzó tres cimas vírgenes del macizo glaciar del Chinchey. Sus componentes respetaron los nombres quechua de las cimas recogidos por Evelio Echevarría.

La cima del Uchuraju (5450 m) fue alcanzada por su cara oeste, y la parte final de la cara norte, el 17 de junio de 1967 por Ángel Landa Bidarte, Francisco (Pako) Lusarreta Grumeta, Luis María Sáez de Olazagoitia y Juan María Feliú.

La cima del Ayucaraju (5647 m), probablemente Allaucaraju, escrito Ayucuraju en Mendiak n.º 6, 1985, fue alcanzada por su cara noroeste y la parte final de su cara noreste el 30 de junio de 1967 por Rodolfo Kirch Ugarte, Ángel Landa Bidarte, Ángel Vallejo Rosen, Pako Lusarreta Grumeta y Luis M. Sáez de Olazagoitia.

La cima del Atunraju (5987 m), nombrado también Hatunraju y Jatunraju, fue alcanzada por su cara suroeste y arista sur el 20 de julio de 1967 por Juan Ignacio Lorente Zugaza, Ángel Vallejo Rosen, Rodolfo Kirch Ugarte, Pako Lusarreta Grumeta, Luis M. Sáez de Olazagoitia, Ángel Landa Bidarte y Juan María Feliú.

La expedición vasca contó con los porteadores ancashinos Antonio Vargas Fabián, de Unchus, y Felipe Mautino Alvarón, de Marian, y con la amable acogida de la comunidad de Vicos.

Ángel Landa siempre será referente, escalador de la vieja escuela, abrió y escaló vías difíciles en tiempos difíciles con un espíritu de Alpinista casi extinto en este milenio. Descansa en paz en la cumbre más bella del cosmos.





Ángel Landa en la cumbre del Naranjo de Bulnes, junto a Pedro Udaondo, en 1956, tras culminar la primera ascensión invernal.
Foto (izquierda) Archivo P. Udaondo.


Los siete componentes de la primera expedición vasca a los Andes de Perú, en 1967. Ángel Landa, sentado, primero por la izquierda. Foto colección Exp. vasca Perú 67.


Comunicaciones personales y agradecimientos
Luisa Alonso Cires, Ricardo Hernani, Antxon Iturriza y la revista Pyrenaica


Andes. Perú. Cordilleras Centrales. Cordillera Huarochirí o Pariaqaqa. Nevados Paca, Ñahuin Noroeste, Antachaire. Errores u omisiones. Parte I

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Nevado Antachaire (ca. 5650 m) de la Cordillera de Huarochirí o de Pariaqaqa. Andes Centrales del Perú. Foto Consuelo Amorós, 2019.


La búsqueda de cimas vírgenes y méritos

Indagar acerca de cimas vírgenes forma parte del estimulante conjunto de aventuras que incluyen los viajes, los ascensos y los descensos. Todo, desde la búsqueda documental hasta el regreso a casa con la cima intentada o alcanzada, constituye un enriquecedor sistema de experiencias que moldea nuestras aptitudes y futuras actitudes.

Si anteponemos a los méritos la satisfacción de poder elegir la vía factible o lógica entre las dificultades, o entre los peligros intuibles que pueda presentar la cara de una montaña nunca escalada, mientras asumimos los riesgos y la incertidumbre de los imponderables, apenas debería decepcionarnos descubrir luego que alguien sintió lo mismo en ese mismo lugar antes que nosotros o que alcanzó la cima que creíamos virgen. Esto puede parecer demasiado idealista e incluso ridículo en una sociedad esclavizada por su noción del éxito, inducida por lo general a valorarlo todo desde el punto de vista económico.

Pareciera que la sociedad actual naufragara todavía más que aquella que nos impulsaba en el siglo XX hacia universos orográficos, en los que buscábamos aventuras, motivados por recuperar valores humanos, destrezas o cualidades perdidas. Aun con este antiguo espíritu idealista, no obstante, al regresar de los altos lugares notábamos, debido al paso del tiempo en el entorno urbano, cuánto nos influenciaba la dinámica social. Nos empujaba con intensidad al notar nuestra escasez de recursos económicos para escalar montañas lejanas. Estas en mi caso me atraían menos por su altura que por su belleza, su inaccesibilidad o por algo ajeno a mi entendimiento. Admitíamos entonces con cierta turbación anímica la conveniencia de presentar nuestros méritos ante quienes, a cambio de las actividades que patrocinaban, exigían rentabilidad tangible o intangible además de exhibición popular.

A causa del mundano requisito de un historial deportivo destacado, que deseado a cualquier precio en este nuevo milenio socava cada día más la honestidad, principal valor del espíritu alpinista desvanecido entre los enjambres de individuos ávidos de reconocimiento social que acuden ahora como autómatas a las montañas, conviene reivindicar antiguos méritos ignorados aclarando «la importante verdad de los sucesos», sin ambages, porque la sabiduría asume que «errar es de humanos» emprendedores.

Continuará en parte II

Andes. Perú. Cordilleras Centrales. Cordillera Huarochirí o Pariaqaqa. Nevados Paca, Ñahuin Noroeste, Antachaire. Errores u omisiones. Parte II

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Cimas del grupo glaciar llamado Yarumaría por las expediciones del DAV de 1966 y 1967, vistas desde el sureste. Foto Consuelo Amorós, 2019.

«Al César lo que es del César»
Viene de parte I

El problema mencionado por Evelio Echevarría sobre la enmarañada historia andinista de las Cordilleras Centrales del Perú lo causa, en buena parte, que varias montañas reciban diferentes nombres o alturas en los ámbitos cartográfico, serrano y andinista.

Ciertas expediciones confundidas por esa disparidad oronímica creyeron ser las primeras, segundas o terceras en alcanzar cimas que ya habían sido alcanzadas una o más veces. Algunas crónicas de esas ascensiones todavía requieren correcciones precisas en las publicaciones especializadas.

Aunque la complejidad añada la fascinación del misterio a las búsquedas de cimas vírgenes en la Cordillera Huarochirí, por fidelidad a los hechos históricos pretendemos señalar aquí, con detalles básicos, fines aclaratorios y sin ánimo de restar encanto, algunas de las consecuencias de que ciertas ascensiones merecedoras de reivindicación pasaran desapercibididas debido a dicho problema.




Primeras ascensiones a tres cimas de la Cordillera Huarochirí

Cordillera Central es un nombre relativamente reciente atribuido arbitrariamente a una de las cinco subcordilleras que componen las Cordilleras Centrales o Andes Centrales del Perú.

Las averiguaciones de campo de Evelio Echevarría y Alberto Murguía, andinista conocedor de la zona, indican que aquella Cordillera Central es llamada localmente Cordillera Huarochirí o Cordillera Pariacaca.

Quizá sea más correcto escribir Pariaqaqa en quechua normalizado, o Pariaccacca en quechua castellanizado.

El Nevado Paca

La vía de Conterno y Laumann al Nevado Paca (5600 m) del IGN peruano probablemente sea nueva, pero esta cordada no es la tercera que alcanzó la cima. Tampoco la primera ascensión al Nevado Paca es la de Carlos Callupe y Alberto Murguia en 2006, pues se trata con toda probabilidad de «la cúpula de hielo del Nevado Yarumario [Yaru María o Yarumaría] (ca. 5500m?)» alcanzada por Diegenhard Briegleb en 1927. Esta ascensión del solitario andinista austriaco residente en Lima está registrada en las anotaciones y en la obra de Evelio Echevarría; véase además AAJ 2016 p. 201 o versión web.

Los cuatro componentes de la primera expedición del Club Alpino Alemán (DAV) a la cordillera de Huarochirí, Alfred y Johanna Koch, Peter Gessner y Michl Steinbeis, fueron los segundos que alcanzaron esa cima (AAJ 1967 pp. 387-389), la nombraron Yarumaría I (5580 m), el 24 de junio de 1966.


Grupo de cimas del Suiricocha y Ñahuín desde el Este. Foto Consuelo Amorós, 2019.



El Ñahuin Noroeste

Por las regulaciones sobre el bautizo de relieves andinos, Beto Pinto no podrá dar su propio nombre a la cima más septentrional del Nevado Suiricocha. Aunque la vía del activo buscador de cimas y caras vírgenes peruano sea en gran parte nueva, tampoco podría atribuirse la primera ascensión a la cima. El profesor alemán Olaff Hartmann alcanzó esa cima, el 25 de septiembre de 1965, la nombró Nahuín Noroeste (5513 m) cuando lo comunicó a Evelio Echevarría.

También alcanzaron la misma cima Alfred Koch, Peter Gessner y Michl Steinbeis (AAJ 1967 pp. 387-389), mantuvieron el nombre Nahuin NW (Ñahuín Noroeste 5580 m), el 15 de junio de 1966.


Cima principal del Antachaire desde el sureste. Foto Consuelo Amorós, 2019.


El Nevado Antachaire

Tal vez sea nueva vía la de Beto Pinto, Guy Fonck y Malu Espinosa a la cima Oeste del Antachaire, aunque no se trata de la segunda ascensión a la cima. Acerca del Nevado Antachaire conviene aclarar al menos cinco cosas:

1)«Nevado Antachaire» es el nombre atribuido por el Instituto Geográfico Nacional (IGN) peruano a las tres cimas centrales del macizo glaciar que se extiende desde el Nevado Paca, hacia el sureste, hasta el llamado Tranka (5370 m) por la expedición alemana de 1967. El añadido ordinal «III» que refiere a la cima principal es arbitrario.

2) Las expediciones que alcanzaron esa cima III refirieron a ella con nombres distintos al oficial.

3) La expedición del DAV de 1966 que alcanzó esa cima III no refirió a ésta como una cima del «Yarumaría», porque la consideró aparte de su cimas vecinas orientales.

4) Esa misma cima III fue alcanzada también por la expedición del DAV de 1967.

5) Probablemente la expedición suiza de 1974 (AAJ 1975 p. 169) alcanzó esa cima III, por nueva vía, y se atribuyó la cuarta ascensión. Debido a la confusión de nombres y alturas de las elevaciones de esa zona, resulta aventurado afirmar incluso que no fue la misma cima alcanzada en 1970 por nueva ruta atribuida por Echevarría al grupo de Hubert Adams Carter. Cuando conozcamos el recorrido de las vías suiza y norteamericana (salvo que ésta fuera error) podremos asegurar si es nueva la de Pinto, Fonck y Espinosa.

Fuentes, comunicaciones personales y agradecimientos: véase Cordillera de Huarochirí partes I y II

Andes. Evelio Echevarría. Artículos en revistas de la RSEA Peñalara y de la SE Miguel Iradier

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Homenaje a Evelio y relevante hallazgo arqueológico

La revista Peñalara, de la Real Sociedad Española de Alpinismo, publica en su reciente n.º 572 (2020), un artículo de nueve páginas en homenaje a Evelio Echevarría con textos y fotos de Txomin Uriarte, José Martínez, Javier Sánchez, Carles Capellas, Josep Paytubí y, quien aquí suscribe, Sevi Bohórquez. Una ilustración de Enrique Martínez incluye una tabla con las principales primeras ascensiones de Evelio.

En el contenido del artículo destaca un relevante descubrimiento arqueológico, al que aludo a continuación porque ha pasado casi desapercibido en el ámbito andinista. Conviene considerar tal hallazgo en la lectura del capítulo «El montañismo del Perú», de Evelio Echevarría, publicado en la guía Cordillera Blanca, Escaladas:

Evelio, el mayor indagador sobre primeras ascensiones andinas, contestó sorprendido hace 21 años al andinista, fotógrafo y escritor de montaña Javier Sánchez:

«Tu carta del 18 de junio de 1999. Para mí ha sido la mejor carta del año y entre las más agradables que he recibido en toda la vida. No sólo por el triunfo en el Pico de la Fortuna [de la Cordillera de Santa Vera Cruz, de Bolivia] sino por todas las implicaciones, una de las cuales acaso tú no sospeches que existe [...] Efectivamente, quedé asombrado y tuve que afirmarme en la silla. Nadie sospechaba eso, y a la verdad, nadie lo espera. Te explico esto: hubo bastante montañismo religioso, una vez que los seres humanos dejaron de ser nómadas y se asentaron. Los incas y sus súbditos los cunzas o atacameños fueron los grandes de este alpinismo religioso, pues establecieron el récord de altura en el volcán Llullaillaco, de 6.739 m. Pero ahora con el descubrimiento de ustedes, la historia tendrá que cambiar. ¿Te das cuenta de las implicaciones que esto va a tener?»

Por la importancia de estas implicaciones, la revista de la Sociedad Excursionista “Manuel Iradier”, n.º 195, verano 2020, publica un artículo de seis páginas, «La Cordillera Santa Vera Cruz, Bolivia», con texto e ilustración de Evelio Echevarría y fotos de Javier Sánchez.

Montaña. Historia. Realidad. Obviedades y duda.

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Urriellu o Naranjo de Bulnes desde el canal del Camburero, la tarde del 9 de septiembre de 2020. Foto Sevi Bohórquez.


Historia y obviedades a recordar

Hace años un escalador español, con habilidad disuasoria, recomendó a otro —autor de una historia breve de la escalada, publicada en una revista de montaña—, que dejara «la historia para los historiadores». Ignoro el impacto de esta recomendación entonces, pero posiblemente hoy cayera en el ámbito escalador moderno como un minúsculo grano de arena en el desierto.

Con la acometividad del actual negocio de la información, favorecido por el afán individual de testimoniar, y por la creciente cantidad de eruditos noveles que regalan «sabiduría» en forma de refritos históricos, a través de los medios de comunicación, parece razonable que aumente nuestra tradicional desconfianza sobre la «historia» divulgada.

Si cotejar abundantes testimonios contradictorios publicados provoca esta desconfianza historiográfica, nuestro escepticismo crece al comprobar que alguien o algo divulga nuestros propios hechos desvirtuados por desmemoria, autopropaganda, complacencia u otras razones o intereses. No obstante, olvidamos esta decepcionante experiencia demasiado a menudo, solemos creer sin cuestionar cuanto leemos cuando nos faltan elementos de juicio. Soslayamos, así, que una crónica veraz registra los testimonios de la mayoría que participó en los hechos, sus coincidencias y diferencias. Olvidamos, entonces, la objetividad informativa. Esta objetividad, como sabemos, considera que el relato de una sola fuente relacionada con un acontecimiento de más participantes podría ser parcial o equivocada.

En cualquier caso, como las mentes vehementes nunca perdonan la desmitificación de sus ídolos, tampoco aceptan la corrección pública de incorrecciones en sus testimonios, ni toleran la honestidad de quien al contar la verdad lanza ingenuamente piedras al tejado de su propio ámbito, procede preguntarse: ¿cada montaña merece el registro de su historia montañera verídica, aparte de sus encantadoras leyendas o las de sus fantasmas?

Los hechos de una historia con muchas versiones tienen una realidad única, como la luz que colorea los fugaces momentos del día y sólo puede alterarse a través del color del cristal con que se mire. Reivindicar la realidad histórica requiere la generosidad de gastar tiempo en aclarar las inexactitudes publicadas, el cuándo y el cómo es cuestión de índole y talante. También exige compresión ante posibles respuestas airadas que, probablemente, contrastarán con las del espíritu escalador tradicional que agradece la claridad o la luz en las tinieblas.

América. Andes. Evelio Echevarría. Obituario.

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Evelio Echevarría. Foto Sevi Bohórquez.


En memoria de Evelio
Sevi Bohórquez

Evelio Echevarría Caselli murió pacíficamente, en su cama, acompañado por su familia, en su casa de Loveland (Colorado), a sus 94 años de edad, en la noche del jueves 29 de octubre de 2020. Le alegró ver a tiempo el artículo homenaje a su vida y obra publicado en la revista Peñalara.

Evelio, el menor de los seis hijos de José y de Virginia, nació en Santiago de Chile en 1926. A los 27 años emigró a los Estados Unidos de América, donde conoció a Edwina, se casó con ella en 1957 y tuvieron cuatro hijos. Trabajó para pagarse sus estudios universitarios, mantener a su familia, obtener un doctorado en Estudios Hispánicos. Desde 1964 impartió clases sobre literatura española y sudamericana, en la Universidad Tecnológica de Colorado, en Fort Collins, hasta su jubilación en 1997. Dedicó buena parte de su tiempo libre a la actividad montañera y a conocer cuanto estuviera relacionado con los Andes. Disfrutaba explorando, ascendiendo a cimas vírgenes, aún más cuando encontraba en ellas vestigios de ascensiones antiguas que le impulsaban a indagarlo todo acerca de quiénes las alcanzaron primero. Sobre su vida y afición andinista véase Evelio Echevarría Caselli, toda una vida dedicada al desafío de ascender montañas vírgenes.

La mente y el corazón de Evelio parecían irrigados por sangre humanista con valores del alpinismo tradicional, entre los cuales su generosidad destacaba. Dispuesto siempre a regalar el resultado de sus investigaciones, o bien documentos de su archivo, valoraba la conversación provechosa, agradecía mucho la revisión del resultado de sus indagaciones, deseaba la paz de la montaña, le molestaba el acoso publicitario telefónico y, sobre todo, le resultaba insufrible la bulla de la televisión o de la «música chicha» durante sus viajes. Preguntaba con la humildad propia del alumno que aprecia la respuesta del maestro. Admiraba el ingenio y el espíritu emprendedor de los bonachones y desenfadados norteamericanos, aunque le entristecía que la mayoría se dejara dirigir tanto por los medios de comunicación.

Lo dicho nada tiene de panegírico. Quienes tuvieran el privilegio de conocer a Evelio lo saben. A buen seguro no podrían añadir otros elogios merecidos si lo impidiera, como me ocurre ahora, la emoción del recuerdo de algún momento compartido con él.

Anécdota de un instante

En septiembre de 2000, desde la ventana de la casa de Evelio, en Fort Collins, veíamos revolotear los copos de nieve iluminados por la luz tenue anaranjada de las farolas cuando empezamos a preparar la cena. «Merecemos la nacionalidad argentina —le dije—, no paramos de hablar». Mi compañera Consuelo, que reía, como Evelio, respondió: «Es lógico, hace muchos años que sólo os comunicáis por carta». El tiempo pasaba volando al hablar con Evelio, que lo recordaba todo: localización, nombres, alturas… Aun así, me preguntó con su habitual modestia: «¿Cómo puedes manejar tanta cantidad de información y contestarme tan rápido? Tus cartas siempre me llegan muy pronto».

En ese momento sólo pude contestarle: «No merezco esa admiración amigo Evelio... ¡Quién tuviera tu portentosa memoria! La mía es ortopédica, tengo una computadora. Ya me gustaría retener en mi cabeza tantos datos como retienes tú. Me he acostumbrado a la comodidad informática, ahorra espacio, y tiempo cuando no me da problemas. No podría volver al método de las notas en fichas de cartulina».

Evelio madrugó para quitar la nieve de la acera y evitar que alguien resbalara frente a su casa, en Fort Collins. Foto Sevi Bohórquez, septiembre de 2000.


Para suerte de la historia andinista, Adams Carter, editor del American Alpine Journal, contaba con la amistad de Evelio, a quien confiaba la revisión de contenidos y animaba a escribir artículos que han facilitado y facilitarán futuras indagaciones sobre los Andes.

Impresionado cuando terminé de leer la primera galerada sobre Perú que me mandó Evelio, en 2017, de su obra The Andes: The Complete History of Mountaineering in High South America—, le telefoneé para devolverle la pregunta: «¿Cómo has podido manejar tanta cantidad de información con tus métodos antediluvianos?»

Espero conservar siempre su carcajada en mi memoria. Lástima que nuestro amigo dejara el mundo de los vivos sin ver impreso su último libro (Summit Archaeology), sobre ascensiones prehistóricas.

Para entender y valorar cómo trabajaba Evelio habría que retroceder al tiempo en que no disponíamos de ordenadores personales, o al menos ojear el librito de Umberto Eco Come si fa una tesi di laurea.

Con Evelio agradecido por una vida larga y feliz y por haber alcanzado tantas cimas andinas vírgenes superiores a 5000 metros, más que nadie hasta hoy, se reparte por la bóveda celeste el alma del último gran Andinista investigador de la era analógica, que nos deja el legado de su admirable obra.
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